Tal cual anticipamos hace dos días, el canje anunciado la semana pasada por el ministro de economía Axel Kicillof se dirigía a un rotundo fracaso pese que la emisión de 3.000 millones de dólares del Bonar 24 pagaba una tasa de 8,75 anual, el doble de lo que pagan nuestros países vecinos. La intención de Kicillof era que pocos bonistas pidieran el pago anticipado y sólo sumaron 188 millones de dólares y los que canjearon llegaron apenas a 288 millones. Un fiasco. Y en la emisión por 3000 millones de dólares se alcanzó sólo 377 millones, otro rotundo fracaso. La mayoría de los analistas y periodistas que se conocen como los optimistas de siempre aseguraban que el ministro tenía un arreglo con el banco de inversión JP Morgan para que suscriban 1500 millones del Bonar 24, o sea la mitad. Y que la otra mitad lo tomaran inversores del exterior por la tasa que no se paga en ningún lugar del mundo. Pero muy pocos lo hicieron, porque está claro que el gobierno y la conducción económica no generan confianza en los inversores.
La crisis macroeconómica
De esta forma, el 15 de octubre próximo, unos días antes de las elecciones presidenciales, el gobierno deberá desembolsar 6.000 millones de dólares que no tiene, porque los 30.000 millones que lucen las reservas en el día de ayer, en su gran mayoría son asientos contables. Aparte de la desconfianza que generan la presidente y el ministro, esta semana fue negra para los mercados, porque el petróleo bajó a 57 dólares el barril y las acciones de YPF en Wall Street y en Buenos Aires se derrumbaron a tal punto que la empresa estatal vale menos que cuando se la expropió a Repsol. Este fracaso de la emisión del Bonar 2024 impide que YPF pueda tomar dólares de los mercados y lo mismo vale para la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. Pero con el agravante de que este fracaso, si se continúa con la guerra Patria o buitres, podría avizorarse una crisis macroeconómica que hasta ahora tenía pocas chances de ocurrir. Ahora ese porcentaje de riesgo aumentó notablemente por la impericia del ministro de economía, que colecciona fracaso tras fracaso.
